viernes, 21 de septiembre de 2007

KM 0

Para dos personas la Plaza de Armas se convirtió:

El Kilómetro 0 de Una Vida

La plaza de armas de Santiago es donde comienza la vida republicana de Chile y la numerología de la ciudad, pero no sólo por estos datos este lugar es importante, es por su vida y por la gente que le da color a uno de los paisajes más reconocidos de la capital.

Grupos folclóricos, humoristas y peruanos que comen pollo colorado, esto se encuentra al salir del colapsado metro de Santiago. Se siente lo “huachaca” del chileno y lo decepcionado del gringo, que esperaba ver indios cazando a su presa.

Este fin de semana no es común, comenzaron las Fiestas Patrias y se nota la preocupación de la alcaldía por adornar los edificios que encierran la plaza. Las guirnaldas y el grupo folklórico producen un ambiente especial, se siente el olor a algodón de azúcar y maní confitado, claro que se vuelve un poco desagradable, cuando hueles el aliño de la comida peruana.

La gente se agrupa en distintos lugares, alguno se ríen con los humoristas, los niños juegan con las palomas y otros se entretienen hojeando libros, en la feria libre de la calle Puente. En medio de esta selva se encuentra Freddy Ormeño, humorista callejero. Freddy tiene 37 años y seis hijos, es separado y vive desde tres años en Conchalí, mientras habla la gente ríe con un dúo humorístico que aparece seguido por televisión.

Freddy es un chileno tipo, tiene piel morena, y el pelo ondulado como Iván Guerrero de CQC. Es un tipo esforzado, y lo demuestra, es el que llega más temprano para comenzar su rutina humorística y cautivar la mayor cantidad de público. Cuando comienza a recibir sus monedas, sus siete colegas hacen la cola para turnarse las horas de los espectáculos.

Cuando el humorista y actor termina su acto al frente de la catedral de Santiago, los lectores se empiezan a aglomerar en la calle Estado. Entre los estantes que se instalan de un día a otro, se encuentra el fotógrafo y gestor cultural, Mauricio Morales.

Morales es un tipo canoso y grande, parecido a Sergio Livingstone, con 10 kilos menos. Este hombre de 50 años trabaja desde un año en esta feria y durante la semana se dedica a realizar proyectos concursables, para financiar su corporación cultural.

Este chileno de clase media, comenzó a trabajar en este oficio después de la crisis asiática, esa que dejó coja la gestión del Presidente Frei Ruiz-Tagle. “Comencé a trabajar vendiendo libros de filosofía política, era mi forma de sobrevivir y de a poco fuicreciendo. Ahora me doy cuenta de que la cultura es rentable, pero el gobierno no tiene la voluntad de invertir en ella”.

Mientras los visitantes hojean las escrituras de Marx, Rosseau, Mounier y Maritain, Mauricio prende un cigarro y comienza a relatar como esta plaza le cambió la vida “Cuando pagué por este lugar, pensé que sería para pasar el rato, pero después me encariñé”. El bibliotecario atiende a una persona y prosigue: “No me quiero cambiar, a pesar de venir de San José de Maipo, porque ya tengo mis clientes y con ellos vas formando una relación”.

Al otro lado de la plaza, Freddy está terminando su rutina molestando a una señora de 60 años. El chiste es sobre cómo comen helado las mujeres, mientras van creciendo. A pesar de las carcajadas, no caen muchas monedas “Cuando la gente está recién pagada, se pone güeona (sic). Además con la llegada de Fiestas Patrias los huasos se llevan toda la plata”.

Mientras habla con su sobrino, él es su asistente, Carabineros pide los permisos a los trabajadores del lugar, en este momento es cuando los vendedores ambulantes escapan y los extranjeros pierden sus: anteojos, celulares, cámaras fotográficas, etc.

Las carpas de los improvisados locatarios se desarman y los libros vuelven a sus cajas, es ahora cuando Mauricio cuenta como lo marcó la Plaza “Esta plaza me abrió una nueva oportunidad y justo aquí fue donde conocí a mi pareja”, mientras termina de cerrar pacientemente sus cajas se despide de un abrazo.

Cuando cae la tarde, Freddy se retira a cuidar a sus hijos “Esta plaza me ha dado mucho. Desde los 18 años que trabajo en ella y la quiero, pero uta (sic), que quedó fea con la refacción” Ormeño le deja el puesto a uno de los hermanos de Paul Vásquez (el flaco de Dinamita Show), y se retira diciendo: “Váyanse a la chucha todos los güeones cagaos”.

Es así cómo esta plaza que es el número 0 del numeral de la ciudad se convierte en el kilometraje 0 en la vida de una persona.

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