domingo, 18 de noviembre de 2007

Reportaje: Portal Fernández Concha

El restaurante del pueblo

ENTRE COMPLETOS Y LADRONES

No importa la hora ni la fecha. El portal Fernández Concha siempre está lleno de ruido, gente, olor a carne y algún condimento. Así lo quiere la gente. Y es que pese a tanto cambio de personal y remodelaciones, sumado al mal ambiente de la Plaza de Armas, el sabor de los completos, pescados y empanadas sigue igual que hace años, manteniendo a su clientela más fiel que nunca. Ésta es la sabrosa historia de por qué las personas siguen prefiriendo al comedor más popular de Chile.
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Por Daniela Paz González Encina
La Plaza de Armas está llena como de costumbre. La gente se pasea como en la cárcel, de un lado a otro. La hora de almuerzo se acerca, ya es pasado mediodía y algunos miniespectáculos -la mayoría de humor- están finalizando, mientras los locales expelen un olor a carne recién cocinada que engatusa a todos, pero sólo hay un preferido. El Portal Fernández Concha empieza a vender su comida rápida y casera. La gente enloquece, los que atienden también. Los almuerzos no duran mucho tiempo y además hay que volver a las labores. Es la hora sagrada. Luego de casi 30 minutos, los clientes se despiden amigablemente y se van a sus trabajos con el estómago a punto de explotar.
Así son todos los días en el comedor más popular de la zona y de Chile entero. Situado en pleno corazón de Santiago desde hace 136 años –al igual que la Catedral Metropolitana- este gran edificio se ha mantenido en la memoria y en el paladar de quienes lo visitan.
En 1920 el chileno Eduardo Bahamondes instaló el restaurante ‘Quick Lunch Bahamondes’, un lugar donde habría comida rápida y dejara satisfechas a las personas. Allí la especialidad era un tipo de sándwich delgado con una salchicha, un tal “perro caliente”, comida típica de Estados Unidos pero que aquí poco se degustaba. Es el mismo completo -como se conoce hoy en tanta garganta llena- que hizo saltar a la fama a este local que hasta estos días es uno de los más recordados.
“El portal es prácticamente una tradición, aquí no sólo se da una comida en buen estado y muy gustosa, sino además se trata bien al cliente. Los que vienen a comer ya se sienten como parte del negocio, somos todos como una familia”, asegura Martín Pérez (59) quien trabaja desde hace más de 20 años como garzón en la cadena de locales ‘El Rápido’.
Parece que en cada completo, plato o sándwich hay una historia o algo que contar. Cada persona que se sirve algo conversa con los locatarios y parece ser casi un almuerzo en casa. Felipe Riquelme (20), desde pequeño come en la Plaza de Armas. El completo italiano es su preferido. “Venir acá es una es muy importante. Son muchos los recuerdos. Venía cuando niño con mi bisabuelo, después con mi abuelo, con mi padre y ahora vengo con algún amigo”, confiesa entre risas.
CAMBIO DE LO ELEGANTE POR LO VULGAR
Los primeros años de funcionamiento del portal también fueron destinados al rubro comercial. Sin embargo, se cuestiona por qué el público ha cambiado tanto, porque en aquellos tiempos se veía sólo gente honesta, fuera rico o no. En cambio, hoy los consumidores pertenecen a la clase media baja y al parecer no tiene la misma educación y cordialidad de antes. Sin embargo, lo bueno de todo es que la clientela está formada y es fiel, indica Lía González (44) dueña de una de las tostadurías más antiguas de Santiago que hallamos en el Fernández Concha. La diversidad de compradores se debe a que existe un porcentaje de ellos que asegura ir a lo menos tres veces por semana a deleitarse con los jugosos y groseros sándwiches o a comprar productos, sin tomar en cuenta que hay otro tanto que va de vez en cuando. Niños, jóvenes, escolares, oficinistas y ancianos observamos en todo momento del año en el portal, los que alientan periódicamente a que funcione como un organismo vivo que se agita, vibra y marcha.
EL PEOR ALIÑO
La clientela del portal se ha mantenido en el tiempo, es cierto, pero estos últimos años el problema más grande con el que han tenido que lidiar tanto los locatarios como la gente que almuerza en el sector, es por los ladrones y la gente que pide limosna. Los robos en Santiago centro y, en especial aquella zona, han aumentado considerablemente, pero esto no ha sido un impedimento para que los clientes se distancien, aunque igual preocupa. Ya no todos se sienten seguros y han sido los mismos propietarios los que han tomado decisiones para cambiar esto.
Han mejorado las estructuras de sus locales para darles mayor seguridad con rejillas, cadenas y nuevas soldaduras para así no salir perjudicados por los delincuentes y mendigos que andan robando. Éste es el peor plato que les toca comer. “Gente desaseada y con olor a orina pasa pidiendo plata a cada rato. En media hora podemos ver entre diez y quince personas insistiendo, es atroz. Eso molesta a los clientes”, cuenta María Lezana (45) cajera del carrito ‘El Portal’.
Cuando hay algún robo es poco lo que pueden hacer los dueños de los locales, aunque en el acto, los clientes son los más perjudicados. “Había salido recién del banco con 150 mil pesos. Vine a comer un par de completos para irme rápido a la pega y un tipo me sacó la chequera. Corrí y lo atrapé, pero mi billetera nunca apareció”, asegura Héctor Leiva (47).
R.R.R: RICO, RE BUENO, RE BARATO
“Hay temor por los lanzas, es cierto, pero ¿en qué otro lugar encontrai’ comida tan rica y tan barata? No vas a encontrar un lugar como éste en el país, la comida es exquisita” expresa José Sánchez (28), mientras come un abultado completo que mide 25 centímetros.
La tradición parece ser más fuerte que el temor por la excesiva delincuencia. Dos caras de la moneda son las que podemos percibir, porque tenemos al patio de comidas más célebre de Santiago, lleno de delicias, considerado además como el epicentro de la gula, al alcance de todos los bolsillos; como también está presente allí la gente reconocida como ladrones, mendigos e incluso drogadictos que recorren y viven en el sector, las que infunden miedo y temor a los visitantes. Sin embargo, con cuidado, precaución y cautela podemos ir a saciar nuestro apetito con platos típicos chilenos o el inconfundible y particular completo, en el ilustre edificio color marfil que acoge al conjunto de ansiosos que va en busca de un rico bocado. Provecho.

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